Jesucristo resucitó como había anunciado a sus discípulos. Un grupo de mujeres fueron las primeras testigos del acontecimiento. Pero los discípulos están demasiado ofuscados y aturdidos para dar crédito al anuncio de unas mujeres, por más que ellas les aseguraban la buena noticia. Así pues, será Él mismo quien salga a su encuentro, conecte con su profundo desánimo y grabe en su corazón vacilante palabra a palabra el núcleo y el fundamento de la fe: su victoria sobre la muerte al ser resucitado por el Padre. De esta fe sostenida y apoyada por el testimonio del mismo Señor Jesús se habla a lo largo de esta obra, comentando catequéticamente su encuentro con los llamados discípulos de Emaús.