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El Evangelio es el mundo al revés, o cómo los últimos serán los primeros. Entramos en la lógica del amor, que se transforma en locura para la sabiduría natural , y en esa lógica es Dios quien desciende, cada vez más bajo. Para que lo podamos seguir es necesario que descendamos en pobreza para después subir con él.
¿Está reservada la santidad para los virtuosos y los perfectos? ¿O pueden los pobres, los heridos de toda especie, los pecadores, pretender llegar a la santidad? Si es verdadera la expresión de Jesús la Buena Nueva es anunciada a los pobres, entonces la santidad debe ofrecerse y hacerse accesible a los más heridos y desprovistos. En este tercer milenio, es urgente abrir la puerta de la santidad a los pobres y los heridos, porque la parábola de los invitados al banquete es una verdadera esperanza para ellos. Jesús, de condición divina, se rebajó; estas páginas recorren ese camino, que debemos tomar nosotros también: la bajada a la pobreza, para después subir con Él.