Hay una riqueza que está al alcance de todos: es la sabiduría. Se trata de un bien que no se corrompe y que los ladrones no pueden robar. Quien posee la sabiduría ha encontrado la perla preciosa de la vida. Para obtenerla basta abrir el corazón a la luz que viene de lo alto. En estas páginas está reflejado un aspecto privilegiado de la sabiduría, el don del discernimiento, don del cual cada cristiano tiene necesidad, para dirigir su vida en este mundo hacia el fin último de la salvación eterna del alma