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Una de las joyas de la espiritualidad rusa del siglo XIX, que con el tiempo se ha convertido en un verdadero manual para adentrarse en la vida espiritual y perseverar en ella.
Teófanes el Recluso (1815-1894), también conocido como Teófanes el Eremita, en ruso Feofán Zatvórnik, es un santo de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Su nombre era Gueórgui Vasílievich Góvorov, nacido en la villa de Chernavsk (ahora en la óblast de Lípetsk). Hijo de un sacerdote ortodoxo ruso, según la costumbre de la época, él también fue destinado al sacerdocio.
Tras ingresar a los doce años en el seminario de Livny, Oriol, y formarse en la Academia Eclesiástica de Kiev, entró en contacto con el Monasterio de las Cuevas de Kiev y se convirtió en monje adoptando el nombre Teófanes. Continuó sus estudios y acabó ordenándose sacerdote como hieromonje.
Durante dos cursos enseña Psicología y Lógica en el seminario de Novgorod y Teología moral y pastoral en la Academia de San Petersburgo. En 1844 marcha a Jerusalén para aprender griego y estudiar durante siete años los escritos de los Padres de la Iglesia.
De regreso a Rusia, visita como integrante de una misión ecuménica al patriarca copto en Egipto, al papa Pío IX en Roma y diferentes iglesias protestantes en Alemania. El año 1858, siendo rector de la Academia Eclesiástica de San Petersburgo, es ordenado obispo de la diócesis de Tambov y, a los cuatro años, se convierte en titular de la diócesis de Vladimir.
En 1866 solicita al Santo Sínodo la dispensa para retirarse al monasterio de Vishen como un monje más. Desde 1872 hasta su muerte en 1894, vive como recluso en una celda, donde se dedica a la oración, el trabajo manual, la pintura de iconos y una ingente actividad literaria, fruto de la cual son su medio millar de textos y sus incontables cartas.
Con ocasión del milenario del bautismo de Rusia, Teófanes fue canonizado por la Iglesia ortodoxa rusa en 1988.