Aparecida en la clandestinidad, esta vida de Jesús ha hecho descubrir la fe cristiana a un gran número de personas de la antigua Unión Soviética, donde se han llegado a vender más de cuatro millones de ejemplares. Se trata de un relato muy bien construido, con datos extraídos de estudios históricos y arqueológicos; pero sobre todo es una vida de Jesús profundamente espiritual, una meditación sobre el Dios hecho hombre. La obra presenta, además, una novedad para el lector occidental: el punto de vista del autor, como sacerdote ortodoxo y representante de la cultura rusa. Aquí no encontraremos las acostumbradas referencias a S. Agustín o Sto. Tomás, sino más bien a los Padres orientales, a la literatura apócrifa y al Talmud. Las Vidas de Jesús, originales o traducidas, son muy numerosas. ¿Qué puede, pues, aportar de nuevo el libro de Alexandr Men? "... Pero lo que da dignidad literaria a la narración es sin duda el modo como presenta al personaje central, Jesús. El autor nos hace penetrar en su mundo interior, en los vaivenes de su ánimo de verdadero hombre: sus dudas, alegrías, decepciones, esperanzas, temores. Jesús es el hijo de María, el carpintero de Nazaret, un hombre y un judío de su tiempo. El padre Alexandr describe con finura de escritor su carácter, sus costumbres y sentimientos sin dejar de mostrarse al mismo tiempo humilde ante el misterio de Cristo. El libro muestra con absoluta claridad la divinidad de Jesús, desde la descripción de sus milagros a su muerte y resurrección. El autor ha alcanzado en la persona de Jesús una armonía sorprendente entre la naturaleza divina y la humana, hasta el punto de que uno se pregunta si estamos leyendo un libro o caminando al lado de alguien." (del Prólogo) Sacerdote de gran carisma y prestigio, su influencia en el mundo de la Unión Soviética fue percibida como una amenaza por el poder comunista y por su policía. Abierto al ecumenismo y al diálogo interreligioso, sus obras escritas en la clandestinidad constituyeron una autentica catequesis para la descristianizada sociedad rusa. Sospechoso a los ojos del KGB, murió asesinado a hachazos en 1990.