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Un rasgo significativo de la conciencia moderna es la preocupación por el mundo interior, lo que Bernard Lonergan llama el «desplazamiento h acia la interioridad» y con ello un vivo interés por la meditación y e l misticismo. Pero en la experiencia religiosa, escribe el autor de es ta obra, la meditación es fundamentalmente un saborear el enamoramient o incondicional y sin restricciones. Esto significa que lo que confier e carácter religioso a la meditación es la dimensión del amor. Se trat a aquí de un amor que brota desde lo más hondo del espíritu, del centr o mismo del alma, del núcleo del ser donde el hombre es auténtica y pl enamente tal. No es un amor perfecto sino un amor en continuo desarrol lo, un amor abierto e ilimitado. Así como la mente humana tiene una in finita capacidad para hacer preguntas, así también es infinita la capa cidad del corazón humano para amar, a través de la oración, a Dios y s uscitar su ayuda.