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SUBIDA AL MONTE DEL DIOS VIVO
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De la misma forma que encontró Moisés al Dios vivo en el Sinaí, nosotros podemos encontrarlo en el monte que todos tenemos en nuestro inte
De la misma forma que encontró Moisés al Dios vivo en el Sinaí, nosotros podemos encontrarlo en el monte que todos tenemos en nuestro interior, en nuestra propia zarza ardiente. Para alcanzar la cima, debemos despojarnos de las ideas preconcebidas de Dios, de las imágenes creadas, artificiales, que lo han convertido en un Dios de muertos, y volver los ojos a la realidad, a las fuentes, al evangelio leído en el Espíritu Santo. El encuentro con el Dios vivo acontece al término de un camino de purificación, vaciamiento y anulación del yo. A la meta se llega mediante la adoración y el deseo. Adorar es elevar a Dios un himno de silencio. El deseo es resultado y síntesis de la fe, la esperanza y la caridad. Nadie es santo sin el deseo de serlo. A Dios no se llega dando pasos con los pies, sino con el alma.