Con gran alegría del alma tengo el gusto de presentar a los lectores este libro, que es fruto del amor y devoción a santa Teresita. Recuerdo perfectamente han pasado ya ocho lustros- que, poco después de haber ingresado en el Seminario Diocesano de Logroño, tomé con gran ilusión ese pequeño, pero grandísimo libro, que es Historia de un alma. Eran tiempos en que me iniciaba en la vida espiritual. Recuerdo perfectamente que me atrajo y sedujo su lectura. De estilo sencillo, puedo manifestar que me cautivaron las consideraciones espirituales de la Santa. Incluso puedo decir que, muchas de ellas aun sin ser consciente de ello- quedaron impresas en el corazón. Y llovió sobre mojado cuando leyendo y meditando Camino de san Josemaría Escrivá de Balaguer, pude apreciar que, en gran parte, coincidía con muchas de las enseñanzas de la Santa de Lisieux. Especialmente en lo que se refiere a hacerse como niños, para siendo humildes y sencillos, tratar con confianza filial a nuestro Padre Dios. Él aconsejaba también, ardientemente, recorrer el camino de la infancia espiritual que, lejos de ser algo propio de personas flojillas, es un camino además de recio- ¡seguro! para adentrarse en la vida interior. Luego, ya sacerdote pasaron entre veinte o veinticinco años desde que me ordenara- volví a tomar con nuevo empeño los escritos de nuestra Santa. Pero ahora con cierta inquietud para escribir sobre ella, que tan buena huella dejó en mi alma. Y así hice con sus Obras completas. Desde entonces -¡tan grande es el cariño que le tengo!- que la reconozco como hermanita espiritual, junto con santa María Magdalena. Últimamente también santa Faustina Kowalska, además de santa Brígida y santa Gertrudis, pero estas dos no con la misma intensidad Fruto de esas lecturas, y de mi fraternidad espiritual con santa Teresita, es este libro. Un libro que sale a la luz después de haber sido proclamada Doctora de la Iglesia por Juan Pablo II. Aunque no sea por el hecho de salir de mi pluma, sino más bien en quién se inspira, confío que este libro hará un gran bien a muchas personas, en orden a identificarse con la fe cristiana y vivir una rica y profunda espiritualidad. Entretejida, claro está, con las aportaciones de santa Teresita: filiación divina, confianza y abandono, amor a la cruz e infancia espiritual. Estoy profundamente persuadido que recorriendo este caminito de amor como diría nuestra Santa-, la vida cristiana se simplifica, al tiempo que gana en profundidad e identificación con el espíritu de Cristo.