Durante tres años, un grupo de cristianos, sacerdotes y laicos, se reunió en el marco de la Facultad de Teología de Lyon para realizar un análisis crítico del lenguaje litúrgico. Su intención consistía en evidenciar el sustrato político e ideológico de este lenguaje, su funcionamiento en una formación social como la nuestra, que, culturalmente, está muy alejada de las que dieron origen a estos textos. Dicho análisis pone de relieve cierto número de rasgos constantes que hoy nos resultan problemáticos: por una parte, la dependencia máxima del hombre frente a Dios; se considera al hombre como "interioridad vacía" y como privado de toda creatividad; por otra parte, la ausencia de mediaciones humanas (historia, dimensión socio-política...) Al final del libro, tres miembros del grupo se distancian ligeramente de su trabajo y preguntan acerca de la pertinencia de su crítica y de la ideología subyacente a su análisis. Esta auto-crítica no es precisamente la parte menos interesante de este sugerente ensayo.