La Biblia es «El Gran Código» de la cultura occidental. Así la llamó, hace ya más de dos siglos, William Blake, en una denominación que más tarde popularizó Northrop Frye. La Biblia es Palabra de Dios cuando se sitúa en un conjunto de referencias e interrelaciones que incluyen la revelación de Dios, Jesucristo y la Iglesia. La Biblia no es algo caído del cielo. Tampoco es resultado de un dictado de Dios a los hombres con palabras de hombres. La Biblia no es tanto un don de Dios al mundo como un don de Dios a la Iglesia para que con ella pueda proclamar al mundo a Jesucristo Palabra de Dios encarnada y a su misterio; esto es, el Evangelio. El próximo Sínodo de los obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia se propone, entre otras cosas, describir cómo la Biblia es Palabra de Dios, y exponer las consecuencias que se derivan de ello para su interpretación. En las páginas de este volumen un grupo de especialistas ofrece algunas reflexiones sobre el tema.