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MI EXPERIENCIA DE DIOS
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El autor comparte su experiencia con los que ya han encontrado a Dios y con los que lo buscan sin parar, porque todavía no lo han encontrado
El autor comparte su experiencia con los que ya han encontrado a Dios y con los que lo buscan sin parar, porque todavía no lo han encontrado. El primer atisbo es sentir, saborear que somos hijos de Dios, acompañando a Jesús que al salir del Jordán oyó la voz que le decía: Tú eres mi Hijo, Tú eres mi Amado.
Desplegar los ojos asombrados ante la belleza, la sabiduría, la fraternidad de toda la creación. Es encontrar la presencia del amor inmenso de Dios que nos envuelve y nos posee. Descorrer el velo que nos impide ver el esplendor de la misericordia, la ternura de Dios que nos sostiene en el duro caminar de la vida. Aprobar la asignatura pendiente por no saber leer la providencia en los acontecimientos favorables o dolorosos que nos configuran. Vislumbrar que Dios es el gozo infinito y que estamos llamados a participar de su júbilo.
Si hasta ahora hemos entrevisto dónde se nos manifiesta Dios, nos queda la pequeña comunidad de base donde Dios ha garantizado su presencia. Sin ella estamos abocados al fracaso, con ella obtendremos la perseverancia y eficacia, para ofrecer el Reino de Dios.