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La religión está muy enraizada en nuestra propia construcción simbólica. Nuestra vida no es sólo experiencia biológica sino también, sobre todo, aventura simbólica. No obstante, además de las religiones están las iglesias, los clérigos, los dogmas, las significaciones de enfrentamiento político y social, las inquisiciones... La vida eterna habla de la religión o más bien de las religiones desde el único punto de vista desde el que se puede hablar de las religiones: desde la razón. Habla de la fe, en qué consiste creer, en qué creemos o no creemos y qué vinculación guardan estas creencias con la más importante y central de todas: el afán de inmortalidad. Desde la premisa que quizás el hombre no cree tanto en la inmortalidad porque cree en Dios, sino que cree en Dios porque cree en la inmortalidad.
"Una reivindicación de la vida buena que proponía la filosofía antigua." La Vanguardia.
"Una mirada inteligente, laica y actual sobre la religión, la fe y el afán de inmortalidad." El País.