Una obra ya clásica, y no superada, que nos presenta los primeros intentos de reflexión sobre el Misterio Trinitario: cómo fue planteado el problema trinitario y qué respuesta se le dio. La respuesta dada no fue ni completa ni definitiva. Los escritores del Nuevo Testamento conocían sus limitaciones. Eran conscientes de que ellos sólo oscuramente podían discernir y mucho más oscuramente interpretar la naturaleza de la vida divina. Esto no les desanimó. Aunque no habían sido instruidos en métodos sistemáticos de filosofía, no eludieron la tarea de la explicación. Su independencia de las tradiciones filosóficas, el modo sensible de tratar las cosas celestiales, propio de la cultura hebrea, los capacita para hacer una exposición de la obra de Dios, a través de Cristo en el Espíritu, que debe siempre proporcionar la base para el pensamiento cristiano sobre Dios-Trinidad.