Su vida estuvo marcada por la tragedia desde que vino al mundo. Perdió a su madre al nacer, se crió prácticamente solo y, con apenas 18 años, se adentró en el bandolerismo para vengarse de un noble que atentó contra su familia. A partir de ahí, Cristóbal Ruiz Bermúdez (Igualeja, 1796) comenzará a aliarse con diferentes bandas -nunca mantenía mucho tiempo la misma-, teniendo en vilo la sierra malagueña y zafándose de la Guardia Ccivil durante casi cuatro décadas. Aparecía y desaparecía, lo que le llevó a ser bautizado como El Guadiana. Pero por lo que realmente es conocido popularmente es por ser el protagonista de la leyenda de Zamarrilla. Él fue aquel que, acorralado por los agentes, decidió esconderse bajo el manto de la Virgen de la Amargura. Asombrosamente, no lograron encontrarlo. Agradecido, el bandido prendió con su puñal una rosa blanca en el pecho de aquella Dolorosa. La sorpresa fue que la flor se volvió roja. Creer o no creer. Sea como sea, Cristóbal Ruiz existió. La historia da cuenta de ello. Pero hay poco escrito sobre él. Pedro Luis Gómez ha querido indagar más en su figura y, en forma de novela, repasa desde el nacimiento hasta la muerte del temido forajido en "La rosa del bandolero. La leyenda de Zamarrilla" (Arguval), obra que continúa la trilogía sobre leyendas iniciada con "Las cenizas de Cristo" y que, a su vez, retrata el auge de Málaga y la vida en las sociedades rurales andaluzas de la primera mitad del siglo XIX. «Es una historia de amor, pero también de odio y de venganza», describe el periodista y director de Publicaciones de SUR sobre esta obra a caballo entre la ficción y la realidad, que hoy sale a la venta coincidiendo con el lanzamiento de la quinta edición de "Las cenizas de Cristo"