Este libro recorre Málaga durante la segunda mitad del siglo XX. Una etapa en que la ciudad necesitaba el impulso que la situara en el nivel que debía corresponderle y que no terminaba de llegar nunca. En las primeras páginas de Halagüeña y Exquisita, su autor, Joaquín Palmerola dice entre otras cosas: Utilizar el par de adjetivos que presiden el título de este libro para calificar la tierra que nos acoge, creemos que es hacer justicia milenaria y otorgar, desde un irrenunciable afecto, merecido tratamiento a su entorno, sus gentes, su gastronomía, su atmósfera y su modelo de compartir la existencia en comunidad. Málaga puede vanagloriarse de ser afable receptora con una generosidad inusual en otros territorios. Nadie se siente ajeno, anónimo, ni forastero en este escenario, en el que se entremezclan culturas ancestrales y el común de visitantes por una u otra causa, acaba participando de un estilo de vida propiciado por una provincia, Halagüeña por naturaleza y Exquisita por la singularidad y extraordinaria calidad, primor o gusto en su especie, como definen los sabios de la RAE a este último adjetivo. Un añejo axioma propone, que para valorar en toda su dimensión la sociología de cualquier tiempo en el que se viva, se repasen y conozcan, con el máximo de detalles, los años precedentes Este libro trata de reconvertir la experiencia vivida, en un ejercicio que procure más ventanas a la historia. A fin de cuentas, analizar la vida en diferido y cotejarla con la vida en directo, aporta un resultado sugerente que propicia y favorece la reflexión de las cosas. Y, sobre todo, nos ayuda a recordar de dónde venimos.