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ENTRE LOS PIELES ROJAS DEL CANADÁ

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Historia de la Misión de los hurones y de sus misioneros, los ocho santos mártires canadienses d ela Compañía de Jesús

Editorial FUNDACIÓN MAIOR
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«En la choza no es posible mantenerse de pie, parte porque es demasiado baja de techo, parte por la humareda, que no deja siquiera respirar;

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«En la choza no es posible mantenerse de pie, parte porque es demasiado baja de techo, parte por la humareda, que no deja siquiera respirar; así, que hay que estar tendido sobre el suelo o acurrucado en cuclillas. Si se quiere salir a la intemperie, en seguida el frío glacial, la ventisca y el riesgo de extraviarse por aquellos espesos bosques obligan a volver al refugio más veloces que el viento. Además de la incómoda postura que supone el tener por cama el duro suelo, son dignas de especial mención las molestias causadas por el frío, el calor, el humo y los perros. Por lo que atañe al frío, téngase presente que hay que reclinar la cabeza directamente sobre la nieve, o a lo sumo, en el caso de mayor regalo, utilizar como mullida almohada alguna rama de pino. El viento tiene libre entrada por mil resquicios. [] Pero el frío no hace sufrir tanto como el calor del fuego. El reducido espacio que ofrece la cabaña de los indios, se calienta en seguida con la ardiente hoguera de que no se puede prescindir. A veces me sentía literalmente tostar y achicharrar por los cuatro costados, pues el chamizo era tan estrecho que era imposible alejarse de las brasas. En vano forcejeaba por hacerme sitio a derecha o a izquierda, pues topaba con el indio enclavijado junto a mí; si me hacía atrás, chocaba al punto con el muro de nieve o con la pared de cueros de buey. No sabía qué postura tomar; si estiraba las piernas, venían a dar por la estrechez del local, en medio del rescoldo. [] El alimento habitual consistía en un poco de maíz, triturado como mejor se podía entre dos piedras, y amasado generalmente sin más condimento que el agua de río. [] Conviene hacerse violencia para comer sus puches de maíz y demás mezcolanzas, si se las ofrecen, aun cuando tales potajes estén sucios, medio crudos e insípidos. Por lo que toca a las mil incomodidades que se ofrecen cuando se anda entre mucha gente, es preciso apechugar con ellas por amor de Dios».

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