Entrar" y "salir": ahí está la síntesis, el método, la experiencia de vivir la vida en todas su plenitud y gozar de la existencia en toda su promesa. Ahí está, sobre todo, la manera práctica de llegar a ser todo lo que podemos ser a transmitir todo lo que podemos transmitir a nuestro paso por el mundo, mientras aprendemos de los demás lo que su propia marcha nos inspira. Entrar del todo y salir del todo. La vida se compone de etapas: unas que duran años, y otras que se esfuman en segundos. Pero todas importantes, esenciales, vitales. Tenemos que vivir cada una de ellas en la totalidad de su sentido y la profundidad de su presencia. El problema es que no respetamos la identidad separada de cada pieza del «puzzle». Cada pieza es cada pieza y, una vez encajada una, debemos pasar sin interrupción a la siguiente. Sin mezclarlas, confundirlas, arrastrarlas ni perderlas. Si vivimos cada situación a medias, vivimos a medias. No es extraño que nos quede el dudoso regusto de no vivir en plenitud. Aprender la sabiduría clara y precisa de salir, de no quedar atrapados, atascados. Avanzar, progresar, crecer. Pero para salir, entrar. Y para salir del todo, entrar del todo. Sin precipitaciones ni aturdimientos, sin impaciencias, sin prisas, sin pausas. La sabiduría de caminar con limpieza y claridad. "¡Líbrame de adherencias, aurora! ¡Que hoy sea sólo hoy!". Si hoy no es hoy, no es nada. Elogio de la vida diaria.