«Para cada hombre guarda / un rayo nuevo de luz el sol / y un camino virgen Dios» (LEÓN FELIPE). Gandhi entendió su vida y su muerte como un camino hacia Dios. Y cuanto más avanzaba en él, tanto más se adentraba en la solidaridad con los seres humanos, hasta el punto de poder exclamar: «¡Todos los hombres son mis hermanos!». El motivo del camino, común a tantas tradiciones religiosas, atraviesa de principio a fin los escritos y los discursos del Mahatma. Pero esta presencia no es meramente teórica, pues él mismo recorrió hasta el final el «camino virgen» que Dios le tenía preparado. Y fue descubriendo progresivamente que era el camino de la Verdad y la no violencia. Aquel itinerario personal constituye hoy un modelo para millones de personas de muchos pueblos, razas y religiones, que en todo el mundo siguen avanzando por la senda que él trazó.