Manual de adoración para adoradores intrépidos: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor" (Jn 15,9). "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto" (Lc 4,8) El hombre de hoy "quiere ser feliz aun viviendo de modo de no llegar a serlo" (San Agustín). La felicidad que tanto ansía tiene un nombre y un corazón humano: Jesucristo. Todo aquel que encuentra verdaderamente este Tesoro escondido (cd. Mt 13,44), presente en la Eucaristía celebrada y adorada, y "entre los pucheros", como diría santa Teresa deJesús, lo deja todo por él: para conocerle, amarle y adorarle cada vez mejor; para convertirse, en palabras de san Juan Pablo III, en un "experto adorador" en el culto eucarístico y en la propia existencia cotidiana. Sin un discipulado apropiado esta tarea le resultará del todo imposible. Es necesario pues, que cada adorador aprenda EL ARTE DE ADORAR BIEN en el culto eucarístico (santa misa y adoración eucarística) y en la vida diaria y concreta: "Si tenemos que experimentar la Eucaristía com la fuente y la cumbre de toda la vida cristiana" (Lumen Gentium, 11), debemos celebrarla con fe, recibirla con reverencia y dejar que transforme nuestros espíritus y corazones mediante la oración y la adoración. Solamente profundizando nuestra comunión eucarística con el Señor a través de la oración personal podemos descubrir lo que pide de nosotros en la vida diaria (San Juan Pablo II) Este MANUAL DE ADORACIÓN quiere ayudar a los adoradores que lo necesiten o lo deseen a cultivar las tres grandes competencias de una vocación más eucarística y contemplativa: al ser (la espiritualidad eucarística), el saber (la formación eucarística) y el saber hacer del adorador (la adoración "en espíritu y verdad") (Jn 4,23) al estilo eucarístico. Puerto que "la Eucaristía es verdaderamente un requisito del cielo que se abre sobre la tierra; un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino" (San Juan Pablo II), una mayor profundización y vivencia de este misterio ayudará al adorador a vivir el don de la vida y de la vocación según la imitación del "Cristo Eucarístico" (Benedicto XVI) y en la escuela de María, mujer "eucarística" (San Juan Pablo II). De este modo, gustará cada día esa felicidad y alegría que residen en el interior del Corazón Eucarístico de Jesús.