Información Extra
«Creo que amo a la Iglesia y amo a Jesús.
En la iglesia, lo único que se debe impedir es que nos hagamos daño. Frente a opiniones erróneas, lo único que vale es la argumentación, el diálogo y el convencimiento, no el poder excluyente.
Sectores de la cúpula eclesiástica desde 1979 hasta hoy se han esforzado por enterrar el sueño del Vaticano I ( y en buena parte lo han logrado.
Ser cristiano es seguir a Jesús. El Dios de Jesús es una buena noticia para todos los humanos. El Evangelio puede ser luz, sal y levadura para el mundo de hoy con reciprocidad y diálogo. El Jesús divino del culto se vuelve irreal y alienante si se separa del Jesús histórico, de su espíritu profético, libre y rebelde.
Una fe en ruptura con la cosmovisión de cada época es insostenible. El Vaticano II nos impulsó a buscar un nuevo paradigma teológico y eclesial para vivir y decir nuestra fe en el futuro planeta. Es el momento de hermanar desánimos y perseverar. Es el tiempo de ser felices».