Los testimonios que recoge Buber se centran en el alma y sus misterios, pero no desde un prisma psicológico o fisiológico, sino desde la experiencia anímica misma y su extroversión. Buber se interesa por la expresión anímica del hombre manifestada, vivida, sentida y contada por el hombre mismo, dejando a un lado cualquier referencia moral al orden, la verdad, el poder o la salud. Desdeña el análisis psicologicista del alma y, por ende, el estudio de la demencia o el histerismo, muy de la época, y se centra en la experiencia descriptiva del éxtasis anímico narrada por sus protagonistas. De ellas lo que más atrae a Buber es su estética de corte poético y exaltado, y sobre todo su naturaleza inefable.