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La Carta Circular a los Amigos de la Cruz es en gran parte una meditación sobre estas palabras de Jesucristo:" Si alguno quiere venir en pos de mí, niéquese a sí mismo, tome su cruz y sígame"" (Mt 16, 24; Lc 9,23). La Carta se dirige a los miembros de una asociación que parece haber establecido en diferentes lugares, en el transcurso de las misiones. Presenta la renuncia exigida por Cristo como medio necesario, útil y glorioso para poder llegar a ser discípulo suyo. San Luis María fija "reglas" prácticas para transformar nuestros sufrimientos, penitencias y mortificaciones en verdadera "imitación de Cristo". Es conveniente leer este libro en referencia con lo que el santo dice en el Amor de la Sabiduría Eterna a propósito de la mortificación universal, tercer medio para adquirir la divina Sabiduría.
Poco después de su ordenación, san Luis María de Montfort soñaba con "una pequeña compañía de sacerdotes" dedicados a la predicación de misiones a los pobres, bajo el estandarte de la Santísima Virgen. Pasaron los años y, entonces, redobla sus esfuerzos para asegurar candidatos que se entreguen a esta tarea. La plegaria que compuso, posiblemente al final de sus años y que lleva el nombre de "Súplica Ardiente", es un grito del corazón dirigido a Dios para que realice su sueño. La oración describe la clase de "apóstoles" que busca y que en su visión sobre el futuro, serán particularmente necesarios en la época que, en el Tratado de la Verdadera Devoción (Nos. 35,45-58), llama "los últimos tiempos".