El Amor es el que llama a la pareja a encontrarse, a conocerse, a proyectar un camino juntos. Cuando han madurado ese amor, la pareja creyente siente que la alianza con Dios es el sello y la presencia de la Divinidad en su vida y de ahí surge un deseo, una necesidad: unir sus vidas en matrimonio. Así crean un hogar, una nueva familia siempre abierta a la vida, a la realidad, al mundo que les rodea. La buena noticia que celebran cada día no se puede guardar entre cuatro paredes. Esa pequeña comunidad cristiana tiene que abrirse a la comunidad eclesial, universal, uniendo oración, contemplación y compromiso solidario.