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Louis Massignon (1883-1962) es desconocido por muchos católicos en España. En la semblanza que nos ofrece Vázquez Borau asoma, sin embargo, como el hombre providencial que origina el «giro copernicano» por el que el Islam es visto desde la Iglesia con una nueva mirada. Massignon, converso tras una época tormentosa en que experimenta la fragilidad humana hasta el abismo, vive de modo sorpresivo lo que él denomina «la visita del Extranjero». Y queda seducido para siempre. Místico cristiano, descubre la acción insondable de Dios en el alma de un musulmán, Al Hallaj, crucificado en Bagdad en el siglo X. Massignon, entonces, se convierte en un pacificador que promueve la amistad sagrada entre las gentes de diversas religiones, especialmente entre las «Gentes del Libro». Con Mary Khalil funda la Badaliya, una sodalidad cristiana de rito oriental que une a quien quiera en la oración y la vicariedad en favor de los musulmanes.