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En este libro hay reflexiones y preocupaciones. Reflexiones dice su autor que he ido hilvanando a lo largo de mi vida y preocupaciones sobre la actual situación religiosa, y más que religiosa, en la España de hoy. Reflexiones sobre qué supone ser cristiano, cómo vivir en una Iglesia en gran parte escindida, cómo recuperar la ilusión perdida tras el Concilio Vaticano II, cómo continuar siendo católico cuando, desde la jerarquía, se vive en el reino del no, de la desconfianza ante la ciencia, ante los progresos de la medicina, ante el sufrimiento de tantos divorciados católicos que volvieron a contraer matrimonio, ante tanta gente que sufre Una Iglesia que aparece demasiado frecuentemente como inhumana, que es lo peor que le puede pasar a la Iglesia católica
Reflexiones más personales acerca de la cuestión de Dios, qué decimos cuando decimos «Dios». De dónde surge esta pregunta. Por qué nos la formulamos. A qué respuesta llegamos. Qué consecuencia tiene la respuesta que podamos dar a tal pregunta, por qué derroteros transitaría nuestra vida a tenor de la respuesta que diéramos a esa pregunta. Sí, la pregunta por la fe es muy importante, sobre todo cuando se es un intelectual. No podemos, no puedo, no preguntarme por mi fe.
Preocupación al constatar que en España se vive una polarización insufrible, por un lado entre un catolicismo rancio, «cruzadista», temeroso, que solo ve pecado en derredor, que mira con añoranza a un pasado inexistente; por el otro, un anticatolicismo que creíamos superado, pero que cual ave fenix se postula como progresista, cuando no pasa de viejo «progre», caduco, él también anclado en el pasado y que todavía no se ha librado del anticlericalismo de los peores recuerdos de la Segunda República. Sí, las dos Españas.