El diez de diciembre de 1907 en una habitación del hotel Iberia de Sevilla, el dramaturgo malagueño Carlos Crouseilles dispara dos tiros sobre el cuerpo casi desnudo de su esposa Aurora Fuster Gallardo y con el mismo revólver se apunta en la sien para acabar con su propia vida. Ambos escritores pertenecen a la pléyade de literatos que emergieron en la Málaga finisecular del siglo XIX. Algunos, como ellos, brillaron en los escenarios y prensa de Madrid con muy corta estrella, mientras otros murieron en su provincia, desesperados de aguardar su gran oportunidad. La llamada tragedia de Sevilla, protagonizada por dos secundarios de la literatura, Aurora y Carlos, nunca demasiado esclarecida, recrea el final funesto de los intoxicados por el veneno del arte y el degradante destino de una mujer que antepone la vocación literaria al papel de esposa y madre que le exige la sociedad de su tiempo.