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La obra del científico, filósofo y teólogo Pável Florenski (1882-1937) se alza como uno de los pilares de la cultura rusa del siglo XX y una de las grandes figuras del pensamiento humano universal.Ingeniero de reconocido prestigio, trabajó durante el régimen soviético en la electrificación del país. Sin embargo, sus ideas lo condujeron a un campo de reeducación en las islas Solovki, donde tras cinco años de duro cautiverio fue fusilado y sepultado en una fosa común a las afueras de Leningrado.Su obra mayor, «La columna y el fundamento de la Verdad», comparable en cierto sentido a los Stromata de Clemente de Alejandría, abre el camino a un nuevo pensamiento que se funda en una original teodicea. El autor, fiel representante de la tradición espiritual de la tierra rusa, asume como tarea acompañar a los intelectuales de su nación a tender un puente entre la razón y la fe, la ciencia y la liturgia, Atenas y Jerusalén.Su intento de volver a llenar los dogmas de la fe con la savia de la experiencia espiritual viviente no es ingenuo, sino que va acompañado de un impresionante caudal de conocimientos –desde la matemática a la historia del arte, desde la filosofía antigua y moderna, la lingüística, la literatura y la iconografía a la historia del dogma, la patrística y el folklore– que le han valido el título de «Leonardo da Vinci ruso».