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Sócrates no solo sabÃa que ignoraba toda técnica para acceder al bien y al Dios. Precisamente sabÃa que la ignoraba porque entendÃa de amor; y como entendÃa de amor, entendÃa de muerte. La sabidurÃa socrática es siempre, por lo menos, muy difÃcil de superar. ¿Acaso en nuestro tiempo se la ha dejado atrás definitivamente? ¿No ocurrirá que todavÃa tiene que enseñarnos lo que solo hoy, devastado el mundo en formas que antes no se pudieron imaginar, podemos aprender?Tal vez por ello sea preciso volver a hacerse niño, para escuchar y mirar de nuevo los temas que mueven el corazón humano: el amor a los padres y a los amigos (philÃa), el amor que nace de la atracción (eros), amores ambos que tienen que ver con la caza filosófica y confrontan con la alteridad de los otros.Se entra en la amistad y en el amor erótico sin saber cómo, no guiados por la conciencia o los conceptos, y menos aún por la filosofÃa. Pero nada obliga a suponer que la evolución de eros y philÃa tenga que conservar esta condición. El ser humano es también afán de claridad, afán de control de sà mismo; en definitiva, buscador de la virtud y la excelencia, que en la vida adulta a veces logra abrir a la trascendencia.Platón (V-IV a.C.) es uno de los grandes pensadores de la Antigüedad clásica y fundador de la Academia.Miguel GarcÃa-Baró es académico y catedrático de filosofÃa, asà como escritor y traductor.Claudia Mársico es profesora de filosofÃa en la Universidad de Buenos Aires y traductora.