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El Sínodo Hispalense de 1973, del cual cumplimos este año el quincuagésimo primer aniversario, fue una primicia de experiencia sinodal de sinodalidad. Su finalidad fue la recepción del Concilio Vaticano II en la archidiócesis de Sevilla. Convocado por el Cardenal José María Bueno Monreal, fue un Sínodo pionero, el primero del postconcilio español, innovador y eminentemente pastoral.El Sínodo fue, sin duda, fermento y esperanza de futuro. Planteó también la reforma del apostolado seglar organizado, con una mayor integración en la pastoral diocesana por parte de las asociaciones, movimientos, hermandades y cofradías, y también una mayor implicación en los ámbitos de la familia, el trabajo, la economía y la política.El Dr. Rubio Gracia pone de relieve en este trabajo cómo el laicado progresivamente ha tomado parte activa en la corresponsabilidad de la Iglesia y cómo ha ido concretando su vocación en diversos lugares y espacios eclesiales desde las directrices del Sínodo Hispalense de 1973.José Ángel Saiz MenesesArzobispo de Sevilla